Mi cuerpo es mi hogar

Mi cuerpo es mi hogar. Un hogar se construye, pinta, amuebla, restaura.
La Vida y el Tiempo hacen el amor en el sótano. Con frecuencia, un orgásmico tic-tac me recuerda que algún día he de morir. Ése día, por primera vez, no necesitaré refugiarme de vientos y tormentas dentro de esta casa...ella será demolida por el proceso del tiempo, que todo lo erosiona.
Para ese entonces, habré perdido miles de días lamentándome por algún granizo que estropeo un poco mi tejado, lamentándome por las copas que se han roto en alguno de mis cumpleaños, por el piso de madera gastado y opaco debido a la cantidad de pasos dados en él…sin advertirlo, por supuesto, habré desperdiciado jóvenes años de vida y energía amargándome por cosas que no puedo modificar. No quiero que se me escape la vida como cuando, en un arrebatado síntoma de sed, intentamos recoger agua con las manos, y ésta se nos escurre entre los dedos. No quiero tomar sólo un sorbo de vida; necesito beber lo suficiente para hidratarme y nadar en ella.

Tarde o temprano, mi alma etérea se elevará libre, atravesando las paredes y rejas que construí para protegerme del frío, las tormentas y la inseguridad social.

Sé que mi estadía en la Tierra no será eterna, intento asimilarlo, entonces, ¿de que sirve vivir angustiada porque algún día me marcharé? ¿de qué sirvió haber sido concebida? ¿de qué sirvió haber crecido en el vientre materno, el haber luchado, sobrevivido; el haber salido de él para comenzar, paulatinamente, a valerme por mi misma? ¿de qué sirvió haber nacido si me ahogo con una salada incertidumbre que nunca cesará…? Porque la vida es un misterio que no se descubre aquí…y ¿¿¿vale la pena sacrificar la armonía y plenitud del aqui y ahora por un enigma sin respuesta??? Es absurdo haber nadado tanto para detenerme en este momento y dejarme abatir por una, de las tantas olas que me sacudirán en este mar.