*·.

Cuando es imposible encontrar la paz interior y equilibrar emociones nos saturamos y necesitamos irnos de viaje.
Actualmente, hay muchas personas que le dan mas color a mi vida, personas especiales, “gente del más allá”. (como dice mi nueva amiga Micaela Vallacco) Personas de las cuales aprendo día a día, personas que me escuchan y dejan que yo les enseñe también alguna otra cosa que creo saber, respetan “mi verdad” que no es la única, pero la comprenden y algunos se sienten identificados con mi paradigma de vida.

Este año se me pasó "volando", fue radicalmente distinto y significativo. Conoci muchas personas fascinantes, cultivé nuevas amistades, aprendi un poco mas de la gente, un poco mas de la vida, pero por sobre todo, aprendi un poco más de mi misma.
Tengo desbordada el alma, mi cuerpo le queda pequeño porque ella creció un poco mas este último tiempo, se volvió mas inquieta, curiosa y ambiciosa, quiere quebrar limites y atravesar fronteras. Siento una mezcla de éxtasis y calma, de seguridad e incertidumbre, de libertad y dependencia, de proyectos y debilidades rebeldes.
Hoy siento mi alma todavía algo aprisionada, amarrada, necesito volar. Pero soy yo misma la que ata sus alas, postergando el viaje hacia el interior de mi universo. Nadie mas puede retenerme, soy generadora de mis propios actos; de mis propias palabras; y de mis emociones, no culpo a nadie ni intento justificarme ante los demás. También soy responsable de haber sufrido por algún muchacho al cual idealicé. Él no fue nada de lo que yo imaginé, no tiene la culpa de ser infiel a ese boceto, a esa utopía. Él es responsable de sus actos, y yo del modo de interpretarlos, percibirlos, asimilarlos. ¡Y es eso lo que más me indigna! ¡El no poder derivarle la culpa! Porque si lo hiciera, ¿qué lograría? ¿Consolarme, autocomplacerme? En realidad, lo único que lograría sería herirme a mí misma (¡misión cumplida!) porque de este modo, pensaría que él tiene el poder indiscriminado de manipularme el alma, entonces me sentiría condicionada a la sumisión, al destino y al fluir de la vida. Y claro que la vida fluye, como el río, pero sin arrastrarme, sólo me da el impulso, yo nado en ese río, yo danzo en esta vida...