9.7.08

El árbol de Tilo


Amanda, bajo el viejo árbol de tilo.
Patricio, bajo el mismo árbol de tilo.
Amanda inspirada, con lápiz y papel.
Patricio reflexivo en el jardín de sus conclusiones filosóficas.
Solos, no se conocen, nunca se vieron.
El sol se filtra por las ramas, ¿qué mejor espectador?
No hay nubes, el cielo es completamente celeste.
El perfume del tilo es exquisito. Patricio siempre se lleva algunas hojas en su mochila,
(Amanda hace lo mismo)
Amanda siempre se lleva sus penas, secretos, recuerdos e incertidumbres a los pies del tilo.
(Patricio hace lo mismo)
Tantos recuerdos, anhelos, sueños, miedos, fortalezas, deseos, decepciones, convicciones, entrelazados a esas ramas, y esparcidos sobre esas hojas, resplandecientes bajo el sol, húmedos bajo el rocío de la madrugada.
Emociones perfumadas de tilo esparcidas sobre la copa de los árboles.
La tristeza es amarga y dulce, porque gracias a ella crecemos, y aprendemos tantas lecciones, que no podríamos superar sin la hiel de la angustia.
Bajo la pomposa copa del viejo tilo, dos personas que se sienten pequeñas en este mundo tan inmenso.
Dos personas que lloran, como cualquier persona.
(si, los hombres también lloran, ¿o te pensabas que las mujeres lloramos el doble, por nosotras y por ellos?)
Dos personas con temor a compartirse.
Dos personas con temor a mostrarse tal cual son.
Dos personas que caminan, observan, y siguen caminando.
Dos personas, que en soledad, se sacuden, se detienen, danzan, tropiezan y continúan esa vital caminata solitaria en busca de algo, o de alguien…
Dos personas que buscan y buscan, y de tanto que buscan no encuentran.
Dos personas que llevan vidas paralelas, sin compartirse, sin advertirse, sin saber de la existencia del otro, enceguecidas cada una en su mundo narcisista, cada una arropada de orgullo y prejuicios egoístas.
Son dos personas que deberían descubrirse.
Dos personas, que como vos y yo, deberían saber que nacimos para venir a pintarle mas amor a este mundo, y no nos iremos de él, hasta encontrarnos con esa persona, capaz de compartirse, amando y siendo amada, alimentando este deseo existencial y ferviente de vivir.

Transcurrieron muchos otoños, para que al fin, Amanda y Patricio den una vuelta alrededor del árbol, se descubran, y se encuentren para nunca dejarse.

3 comentarios:

Estrella dijo...

Saludos, fersita. Muy lindo tu blog!

Pauliuris dijo...

Sentí un escalofrío cuando lo leí. Lindísimo en serio, ya recordé a qué me recuerda, por ciertro.

Anónimo dijo...

Fer... q te puedo decir??? hermoso Amiga... un abrazote de OSO...