Nunca me gustó dormir, dormir sola,
envuelta en las sabanas gruesas del silencio nocturno.
Siempre consideré que durmiendo pierdo
horas de hacer otras cosas mas interesantes y trascendentes,
como por ejemplo; leer un libro revelador, ver una película,
observar la luna entre las estrellas,
inhalar la serenidad nocturna,
tomar un café con galletas,
hacer el amor;
y finalmente dormir y despertar con esa persona
que llevas ilustrada en la mente, en la piel y en el pecho.
Abro los ojos estérilmente sumergida en la oscuridad,
y ya que no puedo observar nada, agudizo el oído e interpreto sonidos...
los automóviles; el tren;
el ruido de un llavero, que como si fuera un sonajero
alguna persona agita ansiosa,
y efímeros pasos de tacón que van quebrando la monótona esquina.
Esperar conciliar el sueño es un racconto y una pseudo agonía;
Dormir, el ensayo de perecer;
Mientras que el despertar es la resurrección cotidiana,
la celebración, los proyectos, mi alegría.
1 comentarios:
Me he sentido muy identificada con lo expresado en este escrito tuyo...palabras que siento, pienso y duelen...
Preciosa tu manera de plasmar.
Un beso
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