14.4.10


Nunca me gustó dormir, dormir sola,

envuelta en las sabanas gruesas del silencio nocturno.

Siempre consideré que durmiendo pierdo

horas de hacer otras cosas mas interesantes y trascendentes,

como por ejemplo; leer un libro revelador, ver una película,

observar la luna entre las estrellas,

inhalar la serenidad nocturna,

tomar un café con galletas,

hacer el amor;

y finalmente dormir y despertar con esa persona

que llevas ilustrada en la mente, en la piel y en el pecho.

Abro los ojos estérilmente sumergida en la oscuridad,

y ya que no puedo observar nada, agudizo el oído e interpreto sonidos...

los automóviles; el tren;

el ruido de un llavero, que como si fuera un sonajero

alguna persona agita ansiosa,

y efímeros pasos de tacón que van quebrando la monótona esquina.

Esperar conciliar el sueño es un racconto y una pseudo agonía;

Dormir, el ensayo de perecer;

Mientras que el despertar es la resurrección cotidiana,

la celebración, los proyectos, mi alegría.

1 comentarios:

Nora Báez dijo...

Me he sentido muy identificada con lo expresado en este escrito tuyo...palabras que siento, pienso y duelen...

Preciosa tu manera de plasmar.

Un beso